Leo Maslíah y Pico (World Music BA, Buenos Aires, 2000)

1 La punta de un sauce verde
2 Perfumes
3 La papafrita 
4 Poema del tuyo cid
5 Desesperanto
6 Sala de espera
7 La cibernovia
8 Regreso sin gloria
9 La buena reputación
10 La negrita
(Letra Leo Masliah, música Nicolás Mora)
11 ¿¿¿No somos locos??? (Letra Paola Romano, música Leo Masliah)
12 La aventura
13 Biromes y servilletas
14 Ave LLaneda
15 La tragedia de ir a ver Titanic (escuchar MP3)

Tiempo total de la obra: 52' 02''



El disco abre con un pasaje de piano solista: acordes arpegiados, suaves disonancias jazzísticas, tempo moderado, síncopas que agregan vuelo, uso generoso del pedal, sorpresas armónicas que no llegan a agredir, diseños ondulados. Es un clima Keith Jarrett, refinado, primermundista, maduro, sensual, lírico, nostálgico, nocturno, algo exhibicionista ("mirá los acordes incrementados que meto"). Ese medio minuto de introducción hace esperar la entrada de un saxo melodioso o una voz suave diciendo una letra romántica. En lugar de ello aparece Leo Maslíah, la antítesis de la "buena voz", cantando un texto que empieza con "La punta de un sauce verde me picó y tuve una reacción alérgica". El estilo musical no varía, el chiste no queda del todo definido, pero el clima se corta. De ahí en adelante, el oyente fue desplazado a una especie de limbo: cuesta dejarse llevar por los arrullos de la música, aunque ésta lo sigue meciendo. La segunda parte de la canción termina de aplastar las expectativas iniciales, con su música estática y poco melodiosa, la letra enumerando palabras graves de dos sílabas asociadas por similitud fonética.

Maslíah siempre jugó con el efecto decepción. Aunque en sus canciones, la mayoría de las veces, lo usa con algún tipo de "justificación", en forma de humor abierto o moraleja, que indemniza al oyente por lo quitado. En su nuevo dc el efecto aparece algunas veces en forma especialmente cruda. En "Sala de espera", un viaje musical mágico con pasajes armónicos edificantes (dicho esto sin ironía) prepara y ambienta una letra que describe la antesala del consultorio de un dentista ("no sabe si la corona se le cae o el puente se corre por las encías vacías", etcétera). Es cruel.

Lo antedicho es un elemento llamativo, pero no único, ni siquiera mayoritario. Maslíah nunca es monolítico. Godard convive con Chaplin. Hay también humor franco (ácidos comentarios sociales, juegos de palabras, inversiones insólitas de situaciones comunes, desenfado). Y relaciones más lineales con las músicas. El "Poema del tuyo Cid" suena a película con Charlton Heston. "La negrita" es una pequeña reflexión ilustrada sobre aspectos de lectoescritura musical. En "La cibernovia", el acople del tema -moderno, tecnológico y clase media- con una murguita-himno a lo Estramín potencia la comicidad. Los géneros musicales satirizados, pervertidos o simplemente utilizados -siempre con maestría- comprenden también la cumbia, el Lied, la canción religiosa romántica, el bebop, el 6/8 del folclore argentino, el candombe y la salsa, que conviven con algunos inclasificables.

Hay continuidades con sus tres trabajos anteriores. Las tres participaciones del cantante lírico Gustavo López Manzitti remiten a Opera, castidad & yogur diet, de 1995. La predominancia de la formación instrumental de teclado, guitarra eléctrica, bajo y batería lo emparenta a Zanguango (con Los Energúmenos, 1996) y Taddei/Maslíah (con Rossana Taddei, 1997), que también comparten con Leo Maslíah y pico la tendencia a letras que se mueven en un ámbito doméstico, íntimo, no fácilmente extrapolable a lo colectivo. Los dos discos anteriores habían conquistado un espacio de ternura, compasión y utopía raros, hasta entonces, en Maslíah. Dichos sentimientos o aspectos vuelven a escasear o diluirse, quedando más a nivel de lo implícito en abordajes críticos que enfatizan lo ridículo, lo egoísta, lo perverso, lo deshonesto, lo nefasto. Ello puede dejar una sensación general de descompromiso, si es que las excepciones no ofician como contrapeso. Tales excepciones pueden ser "Perfumes" y "Desesperanto", dos bellas canciones de amor, y una nueva grabación de "Biromes y servilletas" -más convencional y lisa que las anteriores por el propio Maslíah, quien la reflotó, quizá, a propósito de la repercusión internacional de las tres versiones por Milton Nascimento

(Brecha, 1999)